Almas rotas de Sandra Gabriel

Aunque solo fuera por sacarse la espina, antes de que acabase la noche la besaría. Sería la manera de expulsarla de su mente y de su corazón. La deseaba tanto porque nunca la había tenido. En cuanto la tuviera, en cuanto besara aquellos labios traidores que ya habían besado a mil otros, se daría cuenta de que no era para tanto.
Nicola sintió que se iba a desmayar. En cuanto entró en la galería le vio y le reconoció. Era imposible no verle. Con su metro noventa destacaba por encima de todas las cabezas.
Estaba más guapo que hace diez años. Si con veintisiete años era apuesto, con treinta y siete era todo un hombre. La mirada acerada de sus ojos azules la desestabilizó durante un momento. Leyó en ellos odio y deseo a partes iguales. Una miríada de sensaciones la bombardearon bajo su mirada, haciéndola temblar.
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🌟🌟🌟🌟☆ 4/5
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